sábado, 29 de octubre de 2011

Todo lo que sube tiene que bajar ¿O era al revés?

El estacionamiento era un problema en el que no había pensado seriamente, tuvimos que rogarle al huachiman que nos permitiera dejar la bici en el espacio destinado a un auto, cuyo dueño no venía muy a menudo al edificio, encadenada a una de las rejas del espacio dejé a mi compañera de camino y solo en ese momento me di cuenta de lo cansada que estaba, sentía, sobre todo en los antebrazos, una debilidad mayúscula, e incluso me costaba hablar de corrido. Así y todo estaba feliz, me había sentado muy bien poder demostrarme a mí misma de lo que era capaz, y encima haberlo hecho sola, sin al apoyo de nadie.


En el ascensor mi jefe me preguntó:

-¿Cómo fue? ¿Te costó mucho? ¿Cuánto te demoraste?
-Bien, me demoré una hora y veinte.
-¿Pero qué hiciste en el Trébol? ¿Fuiste por arriba o por abajo?
-Fui por arriba pero tuve que bajarme de la bici y caminar - respondí casi sin aire.
-Y ¿Cómo es el camino? ¿Cuáles son las subidas y bajadas?
-Todo es bajada.

En ese momento comprendí que esta no había sido la parte más difícil de mi travesía. ¿Podría regresar los mismos 13.5 kilómetros que había recorrido antes de bajada ahora de subida? cansada como estaba no pude seguir pensando en eso, entré a la oficina y pocos se dieron cuenta de mi hazaña, a pesar de que aún no me había quitado el casco. A la usanza de Guillermo me fui al baño, esta vez preparada y después de unos 10 o 15 minutos salí oliendo a flores, aunque aún muy cansada. En ese momento se me acercó mi novio y disimuladamente me dijo:

-Veo que hoy viniste en bicicleta
-Sí, ¡Estoy recontra feliz! - le dije
-Que bien ¿Entonces así será de hoy en adelante?
-No, solo lunes, miércoles y los viernes que no salga con mis amigos, los martes y jueves salgo contigo.
-Ok, pero entonces tienes que irte temprano a tu casa, porque de noche va a ser peligroso, hoy sales a las 5.
-No - repliqué, mi novio es un jefe por encima de mi jefe inmediato y ese tipo de privilegios que a veces tal vez sin darse cuenta intenta darme no me caen nada bien-Me voy temprano pero no a las 5, salgo a las 6 en punto.
-¿Segura? ¿No es muy oscuro ya?
-No, a esa hora todavía no. No te preocupes.

Inmediatamente llamé a mi mamá a decirle que estaba viva y que ya no se preocupara y el día siguió su curso mucho más rápido de lo que solía pasar, hasta sentía que trabajaba más rápido que lo normal. A la hora del almuerzo le pedí a mi novio que le echara un ojo a mi bicicleta. Solo en ese momento todos se dieron cuenta y las preguntas no cesaron durante todo el almuerzo. Mi novio se fue a dictar sus clases recordándome de nuevo que no me demorara, y le dije que no se preocupe tanto, que me iba a cuidar bien.

A las 6 en punto cogí mis cosas y me despedí, no faltaron las bromas de la gente porque me iba temprano y eso si: sobraron los concejos de ir con cuidado, de abrigarme, de mirar a todos lados y que se yo cuantas cosas más. Me demoré otros 10 minutos entre despedirme, desencadenar la bici y salir, para mi sorpresa durante esos 10 minutos el cielo ya se había oscurecido bastante y durante los 10 minutos siguientes se terminó de oscurecer. Solo en ese momento reparé en mi error: era de noche, mi bicicleta era negra, mi casco negro, mi ropa toda negra y hasta mis botas negras. ¿Cómo esperaba que me vieran en la oscuridad? Recordé que tenía una chompa roja en el bolso y resignada me la puse esperando que ese color si fuera suficientemente visible como para suplir todos mis desatinos, y me puse a pedalear.

Al principio no sentí tanto la diferencia, pero a medida que avanzaba todo el panorama matutino terminó convertido en pura leyenda, ahora la gente estaba estresada, no dejaban de hacer ruido con los cláxones y gritarse unos a otros, con la luz de la ciudad no podía ver bien, poco a poco la pendiente iba haciendo mella en mis piernas ya cansadas por el esfuerzo de la mañana.

San Borja volvió a ser un breve descanso para el cuerpo y el alma, un breve olvido del ruido y el caos del tráfico nocturno, aunque ahora todo era más oscuro y por un momento me desvié de mi camino y de no ser porque pronto llegué a un obstáculo que no recordaba me hubiera  alejado demasiado, tuve que regresar un par de cuadras hasta que recordé la entrada a Cavallini, y luego, de nuevo ante mí, el Trébol de Monterrico.


Mi ruta en bici
Fuente: Google Earth
Edición y diagramación: Yo


Ahora sí que las iba a ver negras como me decían cuando era pequeña, mis piernas ya estaban muy cansadas y mi bicicleta no tenía cambios; apelé a las pocas fuerzas que me quedaban y se me ocurrió que si agarraba suficiente velocidad antes de la pendiente podría sufrir menos la subida. Estaba tan cansada que no se si mi salida fue la mejor o la peor, llegaba muerta a cada puente, ya sin fuerzas para seguir, ni así me bajara y fuera a pie arrastrando la bicicleta a un lado. Así que opté por aprovechar la gravedad, me subí en la bici y me aventuré pendiente abajo, era tan veloz que me daba miedo así que prendí la lucecita a fricción y fui dándole y dándole al freno, tanto que las manos comenzaban a dolerme y las sentía un poco irritadas, fue así que por fin llegué al Jockey Plaza, ya eran las 7:20 y estaba sudando a cántaros, nada comparado a la mañana, en la que casi ni había sudado. Llamé a mi mamá a decirle que estaba bien y que prendieran la terma porque me iba a bañar 4 horas seguidas cuando llegara.


Por fin, después de tanto trajín y 1:40 horas de recorrido llegué a mi casa, más cansada que nunca, las manos no dejaban de dolerme, y pronto me di cuenta que de tanto frenar me había hecho un corte en el dedo pulgar de la mano izquierda, quitándome un trozo de piel, y en diferentes zonas de mis palmas amenazaban con emerger sendas callosidades, que por razones estéticas no quisiera ninguna chica tener.


Adolorida y todo estaba feliz, comí un poco comentándoles mi aventuras a mi mamá y mi tío, me bañé y me fui a acostar, de hecho esa noche dormí tan bien como ya casi ni recordaba que se podía dormir.

2 comentarios:

  1. Diana!!!

    Si, confieso que dolió, ¡Pero vale la pena totalmente!

    Un abrazo y hasta el próximo sábado:

    Ale

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