sábado, 5 de noviembre de 2016

Qué pequeño es el mundo

Lo que quedaba del verano del 2013 lo aproveché al máximo; esta nueva información que me había dado el Kinesiólogo me dio esperanzas para regresar a la vida en dos ruedas y ya se acercaba la octava ciclonudista; me propuse que de todas maneras participaría; solo necesitaba que mis rodillas estuviesen en buenas condiciones y para eso iba a poner en práctica todas las recomendaciones del kinesiólogo.


No perdí el tiempo y lo primero que hice fue comprar zapatos; ese verano compré muchos, no porque quisiera sino porque ahora era consciente de su importancia y la verdad cada vez que compraba uno no pasaba la prueba de la primera semana; si no era en tamaño del taco era la forma del mismo, la dureza de la suela, etc; ese verano no encontraría los zapatos perfectos y no por falta de búsqueda. Pero no me rendí y en paralelo busqué la forma de fortalecer mis rodillas; me metí a un curso de natación; que me ayudó bastante y sentía que de alguna forma contrarrestaba el efecto causado por el mal calzado. Además me propuse más seriamente bajar de peso para no exigirle a mis pobres rodillas más de lo necesario.

Por fin llegó el día; era mi segunda ciclonusidta y esta vez no iría sola; mi esposo y un amigo se animaron a ir conmigo. En la marcha yo me preocupaba por marchar, así que no socializaba mucho; pero era inevitable reconocer las caras familiares de la marcha anterior; sobre todo las de los chicos de CicloAxión, que el año pasado se habían desnudado; y que este año no iban a ser la excepción; unos resaltaban más que otros en sus actividades de organización; algunas caras se me hacían cada vez más familiares… 


  La única foto mía en la octava ciclonudista; y esta chica se roba toda la atención
(No, no estoy en primer plano) 




La marcha fue un éxito y yo regresé a mi vida y mis intentos para que mi vida regresara a la normalidad, insistí con la natación, seguí buscando el zapato perfecto, poco a poco y cada cierto tiempo intentaba hacer recorridos cortos en bicicleta; tres kilómetros, tal vez cuatro; cada vez estaba más segura de que el kinesiólogo había tenido razón; por lo general el dolor no aparecía después de pedalear, sino después de caminar; y en invierno era peor; pero no iba a resignarme; aunque me costaran cinco años yo iba a volver a la vida en dos ruedas; no podía resignarme.

Y así pasó un año, se acercaba mi cumpleaños número 30; y caía sábado, lo peor: se cruzaba con la novena Ciclonudista; ahora que estaba casada mi cumpleaños ya no era solo cosa mía, sino que tenía que incluir además de mi familia a la familia de mi esposo (O sea mi nueva familia jajaja) muy triste me resigné a no asistir ese año; pero alguna vez tenía que renunciar a algo.

Eran las 9:30 de la mañana del sábado ocho de marzo del 2014; había tenido un día muy cansado el viernes y había decidido dormirme hasta muy tarde; y lo estaba por lograr cuando sonó el teléfono; era mi amiga Letty. Desde que me cansé prácticamente había perdido contacto con las chicas del barrio, porque a ellas les parecía muy lejos venir a mi casa y a mí me parecía injusto que siempre tenga que ser yo la que iba a visitarlas; así que me pareció muy raro que me llamara; extrañada conteste:

-  ¿Aló? ¿Letty? - Hacía todo lo posible para que mi voz no sonara pastosa.
-  Hola Ale, ¡¿Estabas durmiendo?!
-  Uhmmm, si. - Ok me rendí.
-  ¿Te desperté?
-  Uhmmm, si.
-  ¿Vas a ir a la Ciclonudista?
-  Uhmmm, no.

¿Qué hacía Letty preguntándome por la Ciclonudista? Nunca antes había demostrado interés en eso; salvo para decirme que era una exhibicionista y reírse de mí bromeando alegremente al respecto.

-  ¿Por qué? – pregunté intrigada.
-  Ah porque quería ir; pero no quería ir sola; ¡Ya pues vamos! ¿Por qué no quieres ir si antes no te molestaba ir a exhibirte?
-  ¡Oye no me iba a exhibir!, iba en bikini, es como ir a la playa.
-  Ya pues ¿Por qué no quieres ir ahora?
-  Porque es mi cumpleaños.
-  ¿Qué?, no puede ser ¿hoy es tu cumpleaños?
-  No, la próxima semana; la ciclonudista también es a próxima semana – Dije convencida.
-  !Ja ja ja!– Soltó risueña una carcajada – Te has equivocado; la ciclonudista es hoy día; ¡Ya pues vamos!
-  ¿Qué? Pucha; estaba segura que era la próxima semana ¿a qué hora es?

Me di cuenta de que Letty tenía razón: el primer sábado de marzo había sido el uno, no el ocho como yo había creido.

-  A las 10:00 - Contestó ella.
-  ¡Ay Letty! Pero ya son las 9:50; y acabo de salir de la cama; Daniel sigue durmiendo; y encima no he desayunado.
-  Pero no importa, vamos así no más.
-  Bueno, puede ser…

Por un momento estuve por decir que si, pero enseguida me di cuenta de dos cosas: la primera que sin desayunar no iba a llegar muy lejos en la ciclonudista; y la segunda; que Letty me estaba llamando desde su casa; y que aún si estaba lista lo más probable era que llegaría cuando la ciclonudista hubiera terminado.

-  No, lo siento Letty, igual no la hago en 10 minutos; otra vez avísame con más tiempo por favor.
-  ¡Oh bueno!, a ver si otro día salimos a pasear en bicicleta pues; chau, cuídate.
-  Chau, cuídate mucho; ¡abrazos!

Me acababa de despedir de ella y no salía de mi asombro: ¿Letty en bicicleta?, la conocía desde primaria; y según mi mamá incluso desde inicial; y casi nunca la había visto en bicicleta. ¿Tanto había cambiado en un año? Y si tanto le gustaba ¿Por qué nunca antes había propuesto algo así? (antes, de lesionarme las rodillas por ejemplo) ¿A qué se debía el repentino interés?

La respuesta tardaría unos meses en llegar; en una reunión por el cumpleaños de Mario, el enamorado de Adriana; llegó Letty acompañada por un chico cuyo rostro se me hacía familiar; nos lo presentó a todas, se llamaba Orlando y era su enamorado; y yo no le quitaba los ojos de encima ¿Dónde lo había visto antes?

La respuesta llegó con una sensación de desconcierto: Orlando era uno de los chicos de CicloAxión, eso explicaba el repentino interés de Letty por el ciclismo y el ciclonudismo en particular y yo no podía creerlo ¡Había conocido calato y en bicicleta al que sería el enamorado de mi amiga! Y no solo lo había visto totalmente calato una vez, sino dos.

¡Qué pequeño es el mundo! ¡Qué dificil es que se de una coincidencia asi! ¡Pero más difícil es dejar de recordar calato al enamorado de tu amiga!

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