Lo que quedaba del verano del 2013 lo
aproveché al máximo; esta nueva información que me había dado el Kinesiólogo me
dio esperanzas para regresar a la vida en dos ruedas y ya se acercaba la octava
ciclonudista; me propuse que de todas maneras participaría; solo necesitaba que
mis rodillas estuviesen en buenas condiciones y para eso iba a poner en
práctica todas las recomendaciones del kinesiólogo.
No perdí el tiempo y lo primero que hice fue
comprar zapatos; ese verano compré muchos, no porque quisiera sino porque ahora
era consciente de su importancia y la verdad cada vez que compraba uno no
pasaba la prueba de la primera semana; si no era en tamaño del taco era la
forma del mismo, la dureza de la suela, etc; ese verano no encontraría los
zapatos perfectos y no por falta de búsqueda. Pero no me rendí y en paralelo
busqué la forma de fortalecer mis rodillas; me metí a un curso de natación; que
me ayudó bastante y sentía que de alguna forma contrarrestaba el efecto causado
por el mal calzado. Además me propuse más seriamente bajar de peso para no
exigirle a mis pobres rodillas más de lo necesario.
Por fin llegó el día; era mi segunda ciclonusidta
y esta vez no iría sola; mi esposo y un amigo se animaron a ir conmigo. En la
marcha yo me preocupaba por marchar, así que no socializaba mucho; pero era
inevitable reconocer las caras familiares de la marcha anterior; sobre todo las
de los chicos de CicloAxión, que el año pasado se habían desnudado; y que este
año no iban a ser la excepción; unos resaltaban más que otros en sus
actividades de organización; algunas caras se me hacían cada vez más familiares…
(No, no estoy en primer plano)
Fuente: Iván Herrera Gálvez
La marcha fue un éxito y yo regresé a mi vida
y mis intentos para que mi vida regresara a la normalidad, insistí con la
natación, seguí buscando el zapato perfecto, poco a poco y cada cierto tiempo
intentaba hacer recorridos cortos en bicicleta; tres kilómetros, tal vez
cuatro; cada vez estaba más segura de que el kinesiólogo había tenido razón;
por lo general el dolor no aparecía después de pedalear, sino después de caminar;
y en invierno era peor; pero no iba a resignarme; aunque me costaran cinco años
yo iba a volver a la vida en dos ruedas; no podía resignarme.
Y así pasó un año, se acercaba mi cumpleaños
número 30; y caía sábado, lo peor: se cruzaba con la novena Ciclonudista; ahora
que estaba casada mi cumpleaños ya no era solo cosa mía, sino que tenía que incluir
además de mi familia a la familia de mi esposo (O sea mi nueva familia jajaja)
muy triste me resigné a no asistir ese año; pero alguna vez tenía que renunciar
a algo.
Eran las 9:30 de la mañana del sábado ocho de
marzo del 2014; había tenido un día muy cansado el viernes y había decidido
dormirme hasta muy tarde; y lo estaba por lograr cuando sonó el teléfono; era
mi amiga Letty. Desde que me cansé prácticamente había perdido contacto con las
chicas del barrio, porque a ellas les parecía muy lejos venir a mi casa y a mí
me parecía injusto que siempre tenga que ser yo la que iba a visitarlas; así
que me pareció muy raro que me llamara; extrañada conteste:
-
¿Aló? ¿Letty? - Hacía todo
lo posible para que mi voz no sonara pastosa.
-
Hola Ale, ¡¿Estabas
durmiendo?!
-
Uhmmm, si. - Ok me rendí.
-
¿Te desperté?
-
Uhmmm, si.
-
¿Vas a ir a la
Ciclonudista?
-
Uhmmm, no.
¿Qué hacía Letty preguntándome por la Ciclonudista? Nunca antes había demostrado interés en eso; salvo para decirme
que era una exhibicionista y reírse de mí bromeando alegremente al respecto.
-
¿Por qué? – pregunté intrigada.
-
Ah porque quería ir; pero
no quería ir sola; ¡Ya pues vamos! ¿Por qué no quieres ir si antes no te
molestaba ir a exhibirte?
-
¡Oye no me iba a exhibir!,
iba en bikini, es como ir a la playa.
-
Ya pues ¿Por qué no quieres
ir ahora?
-
Porque es mi cumpleaños.
-
¿Qué?, no puede ser ¿hoy es
tu cumpleaños?
-
No, la próxima semana; la
ciclonudista también es a próxima semana – Dije convencida.
-
!Ja ja ja!– Soltó risueña
una carcajada – Te has equivocado; la ciclonudista es hoy día; ¡Ya pues vamos!
-
¿Qué? Pucha; estaba segura
que era la próxima semana ¿a qué hora es?
-
A las 10:00 - Contestó ella.
-
¡Ay Letty! Pero ya son las
9:50; y acabo de salir de la cama; Daniel sigue durmiendo; y encima no he
desayunado.
-
Pero no importa, vamos así
no más.
-
Bueno, puede ser…
Por un momento estuve por decir que si, pero
enseguida me di cuenta de dos cosas: la primera que sin desayunar no iba a
llegar muy lejos en la ciclonudista; y la segunda; que Letty me estaba llamando
desde su casa; y que aún si estaba lista lo más probable era que llegaría cuando
la ciclonudista hubiera terminado.
-
No, lo siento Letty, igual
no la hago en 10 minutos; otra vez avísame con más tiempo por favor.
-
¡Oh bueno!, a ver si otro día
salimos a pasear en bicicleta pues; chau, cuídate.
-
Chau, cuídate mucho; ¡abrazos!
Me acababa de despedir de ella y no salía de
mi asombro: ¿Letty en bicicleta?, la conocía desde primaria; y según mi mamá
incluso desde inicial; y casi nunca la había visto en bicicleta. ¿Tanto había
cambiado en un año? Y si tanto le gustaba ¿Por qué nunca antes había propuesto
algo así? (antes, de lesionarme las rodillas por ejemplo) ¿A qué se debía el
repentino interés?
La respuesta tardaría unos meses en llegar;
en una reunión por el cumpleaños de Mario, el enamorado de Adriana; llegó Letty
acompañada por un chico cuyo rostro se me hacía familiar; nos lo presentó a
todas, se llamaba Orlando y era su enamorado; y yo no le quitaba los ojos de
encima ¿Dónde lo había visto antes?
La respuesta llegó con una sensación de
desconcierto: Orlando era uno de los chicos de CicloAxión, eso explicaba el
repentino interés de Letty por el ciclismo y el ciclonudismo en particular y yo
no podía creerlo ¡Había conocido calato y en bicicleta al que sería el
enamorado de mi amiga! Y no solo lo había visto totalmente calato una vez, sino
dos.
¡Qué pequeño es el mundo! ¡Qué dificil es que se de una coincidencia asi! ¡Pero más difícil es dejar de recordar calato al
enamorado de tu amiga!
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